Adversidad fisiológica I

Por Jesús Rodríguez (chucho_rodriguez@yahoo.com)

Otra tarde más en el club. Esperaba que su fisiología no se manifestara como solía hacerlo. Sí, al pana le parecía una tarde apacible llena de más de lo mismo: Primero, la piscina. Seguramente la habrían limpiado del vómito de aquel niño que se metió justo después de comer. Y pensar que siempre pensó que lo de «no te metas a la piscina todavía, que acabas de comer» era pura basura paterna para aquietar al pequeño anticristo aunque sea por un ratico. Bueee… con vómito o sin él, igualmente se estaría bañando en miao ajeno. ¡Yo también me meo aquí!, solía pensar para aliviar su pesar. Seguir leyendo «Adversidad fisiológica I»

Cómo los prefieren los hombres

Unos los prefieren tímidos y flacuchentos, otros los prefieren erguidos y robustos, otros muy suaves y de piel delicada, otros con olor a frutas y otros simplemente los quieren tener en la boca sin importar su apariencia ni textura. Por supuesto, nos referimos al simpático botoncillo eréctil rico en terminaciones nerviosas conocido comúnmente como pezón, una de las principales zonas erógenas del cuerpo humano. En el caso de la mujer, su mágico poder de atracción está directamente relacionado con el área de piel que lo rodea llamada aréola y con el tamaño y forma del seno. La proporción entre estos tres elementos es muy importante, ¿se imaginan a una dama que tenga un pezón del tamaño de una manzana o una aréola que cubra todo el seno? Bueno, de estas últimas conocemos a un par, pero definitivamente éste no es el mejor recuerdo de aquel objeto que instintivamente comenzamos a chupar desde muy temprana edad. Y aunque existen mujeres que no tienen pezones (!), dediquémonos a viajar por el jovial mundo de esos hermosos botoncitos que se muestran de manera muy erótica en una franela blanca mojada y las distintas preferencias que algunos niños ya bien creciditos tienen por ellos… Seguir leyendo «Cómo los prefieren los hombres»

Las aventuras del Chivo. Parte IV

FLOR

Estudiaba conmigo, pero no fue sino hasta que entré en las residencias 2000 buscando a Daniel cuando la conocí. Estaba con una amiga, Sandra. Buen cuerpo, poca edad y cabeza, combinación ideal para un joven de diecisiete años sin padre y madre cerca. Sandra también estudiaba conmigo.

Como siempre comencé a caerle a Sandra y terminé empatado con Flor. Aun no se si fue buena decisión, pero Sandra me pareció tan fuera de este mundo –por lo loca – que decidí caerle, como siempre, a la menos bella.

Lo único malo que tenía Flor, aparte de su nariz de cohete, de que jodía mucho y de me ladillaba que jode, era su papá. El tipo no me podía ver ni en pintura, tanto es así que tiempo después de empatarme tuve que firmar una caución de no agresión, pero esa es otra historia. Seguir leyendo «Las aventuras del Chivo. Parte IV»

Las aventuras del Chivo. Parte III

MONTALBAN, DONDE COMO ENTRÉ, SALÍ

En ese mes cumplió años mi primo Nano. El Nano y yo éramos como hermanos y ese era el primer cumpleaños que pasaríamos juntos, así que lo celebramos en grande. Entre él y yo nos tomamos una caja de polarcitas y una botella de Etiqueta Negra. Me quedé en su casa y nos acostamos a las cinco de la mañana, yo tenía un examen de Sociología al día siguiente, era un jueves. Cuando por fin nos acostamos sentí una mano que me tocaba el muslo.

– Despiértate mijo, que ya son las seis – era mi tía Sonia.

Fue increíble, sentí que no había dormido ni siquiera cinco minutos cuando ya me estaba despertando para irme a la universidad. Me bañé y mientras lo hacia pensé:

– Cada vez estás mejor, media caja de POLAR y media botella de güisqui tú solo, no hay quien te pare hermano, je, je, je… Seguir leyendo «Las aventuras del Chivo. Parte III»

Las aventuras del Chivo. Parte II

PTO. ORDAZ, MI PRIMER DOBLE PLAY

Antes de irme a Caracas para comenzar la universidad decidí pasearme por toda Venezuela. Al menos por gran parte de ella. Comencé por Trujillo, donde asistí a un campamento Juvenil en la Mesa de Esnujaque.

En Esnujaque conocí a Alisa. Pareciera ser que en algún momento de mi existencia, mi vida comenzó a girar en torno al sexo, al sexo femenino, claro, y yo, aunque realmente no recuerdo cuando fue, no pensé que tuviese nada malo.

Alisa y yo no tardamos mucho en intimar, así que cuando terminó el campamento no tarde más de una semana en salir corriendo a Puerto Ordaz, donde ella vivía. Allí pasé 21 días exactos divirtiéndome con ella, su novio y su hermana. Seguir leyendo «Las aventuras del Chivo. Parte II»

Las aventuras del Chivo. Parte I

BARQUISIMETO, EL ORIGEN DER CHIVO

«Me cuesta mucho decir la verdad, por eso a veces miento.»

Adrian ha sido mi vecino en el Yurubí desde que nací en 1975, me lleva como dos o tres meses de edad. Su familia es de Mérida y tiene barbilla de cuca. Adrian, no su familia. Aunque pensándolo bien, su familia también tiene barbilla de cuca. Déjenme hablar un poco sobre Adrian antes de comenzar. Adrian sin acento, como se hace llamar el mismo, es una persona amante de los animales. Ese mismo énfasis en aclarar que su nombre se escribe sin acento me llevó, de la misma manera, a colocarle aclaraciones a su apodo. Adrian sin eñe, Adrian sin hache, Adrian sin ka, son solo algunos de los innumerables apodos que Adrian sin acento ha cargado sobre sus espaldas desde entonces.

Cuando Adrian sin acento llegó del crucero, lo hizo con un surtido grupo de souvenirs que tomó prestado del barco en el que estaba. Ceniceros, vasos, servilletas y demás detalles adornaban la sala y demás rincones de su casa. Seguir leyendo «Las aventuras del Chivo. Parte I»

La porno casera


El Güigüi era un joven introvertido, medio paranoico y de costumbres cuestionables.

Sin embargo no encontraremos a El Güigüi con un saco recogiendo latas ni con un pote de pega intoxicándose. No es sino a través del testimonio de algunos conocidos, que penosamente conocieron una pequeña porción de su vida íntima, por lo cual lo hemos hecho merecedor al título de freak involuntario.

Todo sucedió cuando los mencionados conocidos, revisaban unas películas en VHS para un trabajo universitario en el apartamento de El Güigüi.

Después de haber visto todo el material, El Güigüi sacó una cinta de su mesita de noche con la que esperaba congraciarse con los demás. Con esto sólo lograría horrorizar a los espectadores.

La película que El Güigüi infatuadamente puso a reproducir, se trataba de la grabación que éste hizo mientras sostenía con una mano una revista pornográfica y con la otra una cámara de video. Seguir leyendo «La porno casera»