Anuncio: perdimos la información del autor de este relato. Si eres tal y quieres que tu nombre salga aquí, por favor escribenos. Gracias.
El siguiente relato trata sobre los placeres mágicos y rituales de algunos seres de este planeta. Todo pasó un día cuando pasé un momento por casa de mi amigo Gustavo el cual se encontraba en compañía de su primo Humberto. Entré a la casa, pregunté por él a su abuela a la cual llamaremos «pobre ingenua» y subí las escaleras. Al llegar a la parte de arriba me llevé la gran sorpresa… los panas estaban en el baño totalmente desnudos jugando con el cepillo amarillo de la suerte. Era un cepillo para el pelo, con un mango largo y fino especialmente diseñado para agarrarse los rollos, por supuesto propiedad de su mamá. Al ver el espectáculo les pregunté lo que hacían y entre carcajadas me respondieron -observa-, acto seguido el señor Gustavo le introdujo el cepillo amarillo por el ano al señor Humberto y luego al revés, el señor Humberto al señor Gustavo, -¿quieres probarlo?- me dijeron, y yo respondí -¡no!-, -bueno ¡ya!, vamos a guardar el cepillo-, y lo guardaron en una caja de cartón. Desde ese momento le hecho vaina a Gustavo, aunque el no es gay porque es super pana mío es un super freaky. Les digo una cosa, no hagan esto en casa porque puede ser riesgoso »eso es para aquellos que gustan de los placeres beduinos y esenciales». Si me pasa otra de esas locuras se las escribo.
Me cuesta creer que entre los placeres beduinos se encuentre el de meterse cepillos amarillos por el ano. Si se tratará de alguna atrocidad con un camello sería más creíble. Pero vayamos a otro tema. ¿Qué es lo realmente bizarro de esta historia?, obvio, imaginarse a la mamá usando el cepillo después. ¿Dónde encontramos la manifestación del bestialismo mágico? Sin duda alguna en creer que los panas no son gays solo por el hecho de que sean amigos. En todo caso aquí no vamos a juzgar a nadie, gays o no, no importa, mucho menos si esto es malo o bueno, si el pana dice que no por algo será. La cosa sería que no se extrañara si en el futuro se entera de que no es un cepillo lo que sus amigos se meten sino una gran vara de carne. Por cierto, el pana debería alertarlos de los peligros que corren al meterse un cepillo, conozco a un médico que ha tenido que sacar gran cantidad de este tipo de objetos de la cavidad anal y es muy grotesco cuando se atascan o desgarran. Si lo hicieron como juego sexual, pues coño vayan a una tienda y gástense unos reales en comprar un buen dildo o un «anhelo 5000». Si era para cagarse en el alma de la mamá, pues de seguro lo hicieron, solo espero que nadie haya contraído alguna infección, no sabemos tampoco lo que hacía la mamá con el cepillo. Y por último, si se trataba de un exagerado acto de ociosidad, pues aquí les va una lista con algunas sugerencias para la próxima vez que estén aburridos…
· Enviarnos todos sus ahorros. Seguro los usaremos para una noble causa.
· Escribir cualquier atrocidad que se les ocurra y mandarla aquí
· Agarrar cinco conchas de plátanos secas, dos pedazos de excremento de vaca, un litro de aguardiente, un pote de jarabe «preveral», dos hojas de salvia y un tetero piche de su hermanito, meter todos los ingredientes en una lata vacía de leche, hacerle un hueco a la tapa y meter una mangera para que cuando le metan candela a la preparación se puedan oler todo el humo que sale del explosivo coktail.
· Ir al banco de semen y mandarnos el dinero que les den por sus fluidos.
· Fumarse una tela de araña con crema dental para verificar si da nota o se trata de una leyenda urbana.
· Levantarse a las cuatro de la mañana, pararse en la inmensa cola que se arma para sacar la cédula de identidad y una vez que los atiendan, es decir, como a las once, preguntar dónde queda la plaza bolívar.
· Ir a todos los antros y taguaras de mala muerte del centro de la ciudad en busca de la puta más fea de todas para preguntarle cuánto gana mensualmente.